(Gn 2, 18-25 / Sal 127 / Mc 7, 24-30)
“Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos…” La docilidad y la aceptación, son dos cualidades que surgirán en toda persona dócil a las inspiraciones y mociones del Espíritu Santo. En ocasiones se logra más cediendo que aferrándose a algo por puro orgullo.
En la primera lectura escuchamos la creación de la mujer, complemento y ayuda del hombre; el autor sagrado nos cuenta que Adán, aún cuando se le encargó nombrar a todas las creaturas, con la única que le dé especial emoción es con la mujer, «ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne», sólo quien, dócil al espíritu, se sigue sorprendiendo por el don su esposo(a), logrará ser capaz de reconocer cuando hay que ceder y/o cambiar en algo.
Al igual que en la relación de amor de pareja, nuestra relación con Dios implicará en algunos momentos ceder y crecer en la humildad, la mujer sirofenicia del Evangelio se convierte en nosotros en un ejemplo de fe, de docilidad y perseverancia, aún cuando nuestro Señor le dice cosas fuertes, ella no las reprocha, es más, aún aceptándolas sigue pidiendo el favor que necesita ¿te dejas sorprender por la misericordia que Dios te tiene? (Entendamos «misericordia» como la experiencia del amor de Dios siendo conscientes de nuestras limitaciones y pecados).
Te pedimos Padre que fortalezcas en nosotros todos los dones del Espíritu Santo, para poder vivir enamorados de ti y sorprendidos por tu amor por nosotros. Te pedimos hoy especialmente por todos los matrimonios, que nunca se acostumbren, que se sorprendan diario por tenerse y que cada uno de los cónyuges sepan esforzarse diariamente por amar a su pareja, el amor genera más cambios que las coacción.
(P. JLSS)
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