(2Cro 36, 14-16. 19-23 / Sal 136 / Ef 2, 4-10 / Jn 3, 14-21)

Muchos de nosotros seguramente hemos pasado por muchas situaciones incomprensibles y dolorosas en su momento, pero que tras pasar algún tiempo reconocemos lo que Dios ha logrado valiéndose de eso. El pueblo de Israel vuelve a Jerusalén, gracias a Ciro (rey de Persia), de esto se valió Dios para librar su pueblo.

¿Qué situaciones de tu vida están siendo muy difíciles en estos momentos? ¿Existe algo que te esté robando la paz? Hoy la palabra nos invita a reconocer nuestra salvación en Jesucristo, volver nuestra mirada hacia Él conscientes de que “en todos los tiempos, Dios muestra, por medio de Jesús, la incomparable riqueza de su gracia y de su bondad para con nosotros”. No caigamos en la impaciencia.

“Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna…” Jesús hace alusión a la escena de la escena de rebeldía del pueblo de Israel contra Dios y contra Moisés, por no soportar el camino del desierto (Nm 21, 5-9), reniegan del alimento que Dios les daba y de la libertad…

Padre bueno, reconocemos en la exaltación de tu Hijo el remedio para todos nuestros males, te pedimos que nos des la fortaleza para perseverar en nuestro peregrinaje por este mundo, con la mirada firme en ti, que cuando nos queramos desanimar recordemos: que tanto nos has amado, que nos enviaste a tu Hijo para que creyendo en Él tengamos vida eterna; porque tú no nos enviaste a tu Hijo para condenarnos, sino para que nos salvemos por su medio (Cf. Jn 3, 16-17).

(P. JLSS)