Memoria de san Bernabé, Apostol.
(Hch 11, 21-26; 13, 1-3 / Sal 97 / Mt 5, 33-37)

Hoy celebramos la memoria de san Bernabé, que aun cuando no forma parte del grupo de los doce, al igual que Pablo es un apóstol designado directamente por el Señor, se nos narra en el libro de los Hechos “Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: «Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”.

De Bernabé (Hijo de la exhortación o consolación) sabemos que se llamaba José, que era un levita originario de Chipre, vendió un campo que tenia y da el dinero a la comunidad cristiana (cf. Hch 4, 35-36); Cuando Pablo se convirtió, los discípulos le tenían miedo y será gracias al testimonio que Bernabé da de su conversión, que le reciben (Cf. Hch 9, 26-28); como escuchamos, por un tiempo son compañeros de misión, hasta que se separan (Cf. Hch 15, 37-39).

Después de escuchar en la Primera Lectura, en la que se nos dicen características de este apóstol: “viendo la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho” ¿te alegras con la acción de Dios en los demás? “era hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe” ¿aprovechas la presencia del Espíritu Santo en tu interior? “exhortó a todos a que, firmes en su propósito, permanecieran fieles al Señor” ¿tu manera de vivir invita a la perseverancia en la fe?.

Hagamos nuestras las palabras del Salmo y pidámosle a nuestro Padre celestial, por acción del Espíritu Santo, “inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia de cumplir tu voluntad”, para no tener recurrir jamás a la mentira, ni a la hipocresía y ser capaces de decir: sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo demás viene del maligno.

(P. JLSS)