(Gn 3, 9-15. 20 / Sal 86 / Jn 19, 25-34)

El día 11 de febrero de 2018, la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos, publicó el Decreto por el que se instituye que cada año, el lunes después de Pentecostés, se celebre la memoria de la bienaventurada Virgen María, «Madre de la Iglesia», con la intención de incrementar el sentido materno de la Iglesia en los pastores, así como la genuina piedad mariana.

En la primera lectura escuchamos un fragmento del relato del pecado original, en que se nos presenta el papel de Eva por un lado es la que se deja convencer por la serpiente pero también es quien será la madre de todos los vivientes; hoy veneramos a María, la nueva Eva, quien se ha abandonado al Espíritu Santo y siendo madre de Jesús cabeza de la Iglesia, también lo es de todos sus miembros.

En este relato del Evangelio reconocemos el encargo que Jesús le hace a su madre de velar por sus discípulos y, también, la invitación que nos hace a nosotros para reconocerle como nuestra madre e intercesora: «Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí está tu hijo». Luego dijo al discípulo: »Ahí está tu madre». Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él».

Padre, agradecidos por todos los dones con los que nos has bendecido, te pedimos que por fuerza del Espíritu Santo nos ayudes a reconocer tu presencia y ayuda constante, que nunca nos sintamos desamparados. A ti Madre de la Iglesia, te pedimos que intercedas por nosotros que acudimos a ti, hoy especialmente te pedimos por aquellos hijos de la Iglesia que no valoran tu cercanía, para que se dejen consolar por tu amor materno a ejemplo de los discípulos de la «iglesia primitiva» (Cfr. Hch 1, 12-14).

(P. JLSS)