(Is 41, 13-20 / Sal 144 / Mt 11, 11-15)

“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán…” Quienes acudían con Juan Bautista, eran personas que querían encontrarse con el mesías, por esta razón buscaban cambiar su manera de vivir ¿de qué manera manifiestas en tu vida el deseo de encontrarte con Jesús?

Si no te esfuerzas por cambiar aquello que pone en riesgo tu encuentro con el Señor o es porque no crees (en su poder o en ti) o porque eres indiferente a su llegada a tu vida, te da igual. Todos tenemos claro qué es aquello que debemos cambiar solamente debemos aceptar porque no nos animamos a hacerlo.

En la cercanía que Dios nos ha manifestado mediante la encarnación de nuestro Señor Jesucristo debe hacernos reconocer cumplidas las palabras del profeta Isaías: “Yo, el Señor, te tengo asido por la diestra y yo mismo soy el que te ayuda. No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, que soy yo, dice el Señor, el que te ayuda; tu redentor es el Dios de Israel.” Por lo general nuestra falta de valentía para cambiar se debe al miedo.

Padre, muchas cosas nos atemorizan y caemos en cosas que son meros distractores, haz que seamos dóciles al Espíritu Santo para ser capaces de enfrentar y dejar aquello que sabemos que debemos hacerlo y elimina en nosotros la pereza que nos lleva a a vivir solo evadiendo e ignorando esto. Si el Señor está de nuestro lado ¿a qué vamos a tenerle miedo? (Cf. 118, 6).

(P. JLSS)