(Jb 38, 1. 8-11 / Sal 106 / 2Cor 5, 14-17 / Mc 4, 35-41)

“El que vive según Cristo es una creatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo…” con estas palabras san Pablo nos exporta a dejarnos «apremiar» por el amor de Cristo, a dejarle que éste ejerza su poder sobre nosotros, ¿existe algo en estos momentos que esté manteniendo tu corazón como avejentado?

Dios, en quien tenemos puesta nuestra esperanza, tiene el poder sobre todo, no existe nada que no esté bajo sus dominios… nada. ¿A qué le estamos permitiendo que nos distraiga de esta verdad? ¿A qué le estamos dando ese poder? ¿Que nos esta inquietando?

Todos nosotros vamos en la misma barca con Jesús, en el Evangelio escuchamos que habían varias barcas, sin embargo, se nos cuenta lo qué pasa en aquella que iba Jesús, los discípulos se dejan distraer y por estar más atentos a la tormenta que a la presencia del Señor, le reprochan su supuesta falta de interés “Maestro ¿no te importa importa que nos hundamos?”.

¿Tienes en tu interior una pregunta semejante? Ponla en manos del Señor todos tus miedos, a Él dale el poder y no al temor, confía en que el tiene el poder para reprender esa dificultad que te pueda estar atormentando y hacerte llegar la paz y la serenidad que te falta. “Jesús les dijo: «¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?” Que lo único que nos apremie sea el impulso de tu Espíritu, Padre Santo.

(P. JLSS)

Señor San José ponemos en tus manos a nuestros padres, vivos y difuntos; a quienes les tenemos aún con nosotros, enséñanos a valorarlos y disfrutarlos más; y a quienes sus padres ya han partido, concédeles esperanza y paz.