(Job 38, 1. 12-21; 40, 3-5 / Sal 139 / Lc 10, 13-16)

Cuando escuchas palabras como las del salmo de este día: “Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.” ¿Cuál es tu sentir? ¿Confianza? ¿Miedo? ¿Duda? Quien conoce a Jesús debe cuestionárselo serenamente.

En Cristo hemos conocido el amor que Dios nos tiene (cf. 1Jn 3, 16), por lo tanto, nuestra actitud frente a la vida debería ser distinta, serena y con mayor paz ¿qué tanto pensamos en Jesús en los momentos de dificultad o tristeza? “Hagámosle caso al Señor, que nos dice: «No endurezcan su corazón»”.

El Señor en el Evangelio nuestro Señor se lamenta por de Corozaín y Betsaida que a pesar de su Evangelización y sus milagros no respondieron como debieron a su ingreso en el Reino, con la obra de Dios no se puede jugar ¿aceptamos o no la misericordia de Dios? Hay que trabajar porque esta experiencia aumente en nuestro interior y se manifieste en nuestras obras.

Debemos permitir que la fuerza del amor de Dios inunde nuestro ser de tal manera que no le permitamos a nada distraernos, ni confundirnos. No permitamos que el miedo nos limite, en momentos de Crisis hay que detenernos y procurar no tomar ninguna decisión hasta que esta pase, recordemos que la acción de Dios se manifiesta mediante la serenidad.

(P. JLSS)