MIÉRCOLES – SEMANA IX DEL TIEMPO ORDINARIO

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(Tob 3, 1-11. 16-17 / Sal 24 / Mc 12, 18-27)

Ayer meditamos cómo quien se encierra en sus dificultades o situaciones difíciles, puede llegar hasta el extremo de no reconocer la providencia; hoy escuchamos cómo quien se cierra a la acción de Dios puede caer en un tipo de pensamiento depresivo o autodestructivo.

Tanto Tobit como Sara hacen un balance de todo lo que habían estado viviendo y piensan en lo peor, piden morir; el primero, le dice a Dios, “Señor: quítame la vida, hazme desaparecer y volver al polvo, pues más me vale morir que vivir”; la segunda, “Más vale que no me ahorque, sino que le pida al Señor que me envíe la muerte, para que no tenga que escuchar ya tantos insultos durante mi vida”.

¿Estás encerrado en tus dificultades? ¿Existe algo que te esté haciendo pensar negativamente? Has tuyas las palabras del Salmo “Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina, tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza”.

“Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”… si estás experimentando tristeza, incertidumbre y/o soledad, pídele al Espíritu Santo que te ilumine y erradique de tu mente y corazón, todo sentimiento malo y te devuelva la certeza de ser plenamente amado(a) por Él. Si el Jesucristo está de nuestro lado ¿quién puede contra nosotros? ¡Nadie!

(P. JLSS)

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