MARTES – SEMANA XIV DEL TIEMPO ORDINARIO
(Os 8, 4-7. 11-13 / 113B / Mt 9, 32-38)
¿En quién o en qué depositas tu confianza? ¿Que es aquello que te da seguridad? Obviamente, lo más bello sería que todos, desde el fondo de nuestro corazón, pudiéramos responder que Dios; pero de lo que se trata aquí es de descubrir dónde o a qué, recurrimos cuando nos sentimos intranquilos o tristes.
Es importante responder con sinceridad a esto, porque según sea nuestra respuesta, así será nuestra interpretación de la acción de Dios en nuestras vidas; en el Evangelio, por ejemplo, los fariseos fueron incapaces de reconocer la acción de Dios, incluso la niegan, sólo porque ésta no se ajustaba a sus estándares, mientras que la multitud se maravillaba.
En la Primera Lectura, el reproche que se le hace al pueblo es porque no toman en cuenta a Dios para nada, ni para consultarle nombramientos de reyes, ni de príncipes, nada… “Aunque yo les escribiera todas mis leyes, las ignorarían como si fueran de un extraño. Aunque inmolen víctimas en mi honor y coman su carne, no me dan gusto, pues tengo presentes sus culpas y castigaré sus pecados”.
Que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes para poder reconocer aquellos sitios en los que encontramos nuestra tranquilidad y paz, agradecerle por ellos; y también, por su luz, sepamos reconocer también, aquellos falsos refugios en los que dejamos fuera a Dios por estar buscando sólo “beneficios” personales. El Señor siempre se compadece de nosotros cuando andamos como ovejas sin pastor, dejémosle actuar.
(P. JLSS)