(Rom 1, 1-7 / Sal 97 / Lc 11, 29-32)

Ayer domingo escuchamos en el Evangelio a una persona que se acerco a Jesús supuestamente interesada por conocer aquello que debía hacer para ganar la vida eterna pero al escuchar la respuesta de Jesús prefirió continuar como estaba, no fue capaz de soltar aquello de lo que estaba apegado.

Hoy las lecturas nos invitan a reconocer a Dios como nuestra mayor riqueza, a hacerle caso y no endurecer nuestro corazón a su amor, a aceptar que en Jesucristo “el Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.”

Tanto en la primera lectura como en el Evangelio, se nos ha hablado de cómo Dios siempre pondrá los medios para que llegue a nosotros su mensaje de amor y misericordia, dependerá de nosotros y de el caso que le hagamos a su mensaje, los frutos del mismo en nuestras vidas. De nada sirve tener mucha información sobre algo si ésta no se asume.

Padre ayúdanos a guardar en nuestros corazones cuál es nuestra mayor riqueza: contar contigo, con tu amor y con tu gracia. Por medio del Espíritu Santo abre nuestros corazones para acoger tu palabra con valentía y así reconocer a tu Hijo como la única fuente de todo lo que necesitamos… «Él es más que Jonás» y que cualquier otra cosas, institución o persona.

(P. JLSS)